miércoles, 3 de octubre de 2012

Capítulo 27: Canciones a la luz de la luna



Hemos salido a tomar un poco de aire fresco, hace una noche estupenda. Me agobia pasar tanto tiempo dentro, casi a oscuras. Han venido también Francesco y dos amigas, que parece que se llevan muy bien con John y Fred. Es curioso cómo, a pesar de que ninguno tenía esperanzas de sobrevivir cuando nos mandaron aquí, poco a poco hemos rehecho nuestras vidas. Samuel anuncia que está cansado y que quiere que nos paremos a descansar un poco. Francesco y yo estamos de acuerdo, el entrenamiento de hoy ha sido bastante duro, más incluso de lo que me imaginaba. George y Samuel colocan un tronco de un árbol caído para utilizarlo como asiento. Yo propongo hacer un fuego, ya hace frío. Con la ropa de combate no hubiese tenido ese problema, pero en cuanto terminamos el entrenamiento, me di un baño en un río de por aquí y me puse mi ropa. Camile dice que quiere ayudarme a recoger trozos de ramas secas para hacer el fuego, y Álvaro se une. Todavía no he pensado en la relación de estos dos. Camile está interesada, seguro. Pero, ¿Y Álvaro? Va a todos lados con ella, y supongo que le gusta. Quiero decir: ¿A qué chico en su sano juicio no le gusta Camile? Tan guapa, tan elegante. Además, no es como esas chicas que sólo se preocupan por la ropa porque no saben hacer otra cosa; Camile es lista. Sí, definitivamente me gusta Camile para Álvaro, no creo que encontrase a una chica mejor.
Damos una vuelta al bosque, mucho menos frondoso que el nuestro. Encontramos bastantes ramas secas, supongo que por el calor del verano. El otoño ya se acerca. El otoño es mi época favorita: no hace tanto calor como en verano pero tampoco tanto frío en invierno. Además, me encanta el color de las hojas cuando se caen y, aunque eso espante a las presas, me gusta cómo crujen cuando las pisas. Colocamos las ramas a una distancia prudente del tronco. Los demás están sentados. No cabemos todos, por lo que la mayoría están sentados en el suelo. Samuel se está peleando con una de las chicas, una morenita a la que llama Khady. Dice que el sitio de su lado es para mí, y ella dice que ha llegado antes que yo, que no vale guardar el sitio. Fred le dice que no importa, que se siente con él en el suelo. Khady acepta sin pestañear. Me tomo mi tiempo para encender el fuego con el típico truco de frotar una varilla de madera contra un trozo más grande. Al final la madera prende y yo coloco las demás ramitas secas encima. No creo que el fuego vaya a durar mucho, ya que no hay mucha vegetación en esta parte del bosque, pero algo es algo. Por lo menos no nos tenemos que preocupar de provocar un incendio. Me siento al lado de Samuel, en el sitio que ha guardado para mí. Me quedo un poco embobada mirando el fuego. Estoy tan cansada… Me recuesto en el regazo de Samuel. Al cuarto de hora más o menos, Álvaro y Camile se cambian de sitio, ya que Camile, a pesar del fuego, tiene frío. Yo estoy muy calentita en brazos de Samuel. Cuando calculo que será media noche más o menos, Lourdes e Inés proponen cantar. Lourdes canta primero. Dice que quiere cantar una canción que ha compuesto ella misma. Khady y la otra chica, una pelirroja llamada Andrea, se ofrecen para hacer los coros.

Quiero olvidarte,
Pero no puedo.
No quiero quererte,
Pero siento que sin ti muero.
Las suaves notas de la canción hacen que cada vez tenga más y más sueño. La dulce voz de Lourdes evoca mis sueños. En este estado intermedio entre el sueño y la vigilia, noto que Lourdes canta mirando hacia nosotros, más bien hacia Samuel.
Pero, ¿Sabes si quiera si existo?
Los sueños, sueños son,
Pero soñando puedo ser feliz,
Junto a ti.
-Duerme, Gabriela. Hoy ha sido un día muy duro.-dice Samuel acariciándome el pelo. Le hago caso y me abandono al sueño.
Me despierto a eso de las tres de la madrugada, al caerme de la cama. Me he dado un buen golpe en la cabeza. Creo que lo mejor será ir a por un pañuelo, mojarlo en agua fría y colocármelo en el sitio en el que me está saliendo un chichón de tamaño considerable. Tendré que ir hasta el río para conseguir el agua fría. Me coloco las botas y cojo la chaqueta del equipo de agente especial, ya que fuera hace mucho frío. El camino hacia el río es bastante agradable, el bosque por la noche es precioso.  Me veo reflejada en el río. Tengo un aspecto extraño, con las botas viejas, el camisón blanco fino y la chaqueta de cuero negra. Tampoco es que nadie pueda verme, así que me da igual. Mojo la camiseta que había cogido de mi mochila en el agua fría. Me siento en una toca y me coloco la camiseta mojada en la cabeza. Tirito un poco.
-Ten.- me dice Álvaro, tendiéndome una manta. No lo había visto venir. Tiene ese andar silencioso que le hace parecer un fantasma. Cojo la manta y me la echo por encima de los hombros. Se nota que ya estamos a mediados de septiembre.
-Gracias.-miro nuestro reflejo. Hemos cambiado tanto…
Álvaro se sienta a mi lado y también mira nuestro reflejo. Me coloca bien la manta.
-¿Cómo estás?-me pregunta.- ¿Todo bien con el perfecto?
-Pues sí. Y tiene nombre, se llama Samuel.-le digo de mal humor. Me aprieto la camisa más en la cabeza- ¿Y tú que tal con Camille?
-¿Con Camille?-pregunta asombrado.
-Ay, que no te das cuenta de nada, tontorrón. Camille está loquita por tus huesos.- digo entre risas. ¡Chicos, que no se enteran! Le doy un puñetazo de broma en el hombro. Álvaro se queda mudo, pensativo.
-¿De verdad?-parece que no se lo cree.
-¡Pues claro! ¿Qué chica en su sano juicio no se iba a enamorar de un rubiales cachas como tú?-bromeo.
-Pues tú, por ejemplo. Al parecer, los prefieres morenos.-contesta, furioso. No sé qué contestar a eso. Nos quedamos un rato en silencio, Álvaro enfadado y yo sin saber qué decir. Decido preguntarle por Lourdes.
-Álvaro, ¿Tú también notaste que Lourdes miraba mucho a Samuel?
-¡Ja! Luego soy yo el que no se da cuenta de nada. Si hasta la canción parecía hecha para él. ¿”No quiero quererte, pero siento que sin ti muero? ¡Venga ya! Esa chica está loquita por Samuel.
-Bueno, pues estamos ciegos los dos, entonces.- concluyo riendo, a pesar de lo confundida que estoy. ¿Cómo se supone que vas a vivir tranquila sabiendo que tu amiga se muere por tu novio? Hubiera preferido no escuchar esa canción.- ¿Qué piensas hacer con el tema de Camile?-le pregunto para cambiar de tema. Álvaro frunce el ceño.
-Pues no sé… ¿Tú qué crees que debería hacer?- me mira con mirada dudosa.
-Dale una oportunidad. Es una chica muy amable y lista. ¡Y sobre todo guapa! Acabará gustándote, ya lo verás.
-Sí, puede que me guste. Pero ni en sueños podré quererla tanto como a ti, Ella.- Cuando dice esas cosas, me desarma por completo.
-Ya lo sabes. Quiero a Samuel. Es verdad que a veces es un poco pesado. También se ríe de la gente a la mínima oportunidad que tiene. Es muy cabezota. Pero tiene muy buen corazón. Puede convencer a la gente de casi cualquier cosa. Es amable, valiente… Y sí, es guapo, pero eso no es lo que más me gusta de él. Lo amo con locura, sí. Así que, digas lo que digas, no voy a dejar de quererle lo más mínimo.- mariposas aletean en mi estómago cuando hablo de él, y una sonrisa inevitable se asoma por mis labios. Álvaro suspira.
-¿Te crees que no lo sé? ¿Te crees que no veo como lo miras? ¿Crees también que no supe que el chico estaba enamoradito de ti desde el primer día en que os vi abrazados en la cueva? Por no hablar de la cara que ponéis los dos cuando estáis separados el uno del otro. Me pone enfermo. Pero sé que el chico te merece. Yo no me hubiera dado por vencido tan pronto si no hubiese tenido un competidor de tan alto nivel. Porque me he dado por vencido ya. ¿Sabes? Creo que sí, que intentaré ser feliz con Camille. Lo haré por ti, que lo sepas. No pienso olvidarte. No puedo olvidarte. Pero no quiero que nos distanciemos, Ella. Tú y yo hemos sido muy buenos amigos, y quiero que sigamos siéndolo. No quiero que me evites.
-¿Que yo te estoy evitando?-grito- ¡El que me evita eres tú!- intento calmarme y, en parte, lo consigo.- Yo también quiero seguir siendo tu amiga. Quiero que todo sea como antes. Pero quiero ser feliz, y no podré serlo si tú no lo eres. Así que, por favor, inténtalo con Camille. De verdad, es una chica maravillosa. Me siento agradecida de ser amiga de alguien como ella. Además, está tan loca por ti que seguro que no te será nada, pero que nada difícil ser feliz con ella.-después de una pausa, hablo otra vez.- Será mejor que entremos. Seguro que tendrás frío. Claro, como yo me he quedado con tu manta… Además, ya no creo que me salga el chichón. O, por lo menos, no será del tamaño de una pelota de ping pong. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario