miércoles, 5 de septiembre de 2012

Capítulo 9


Estoy preocupada, todavía no llegan. Temo por ellos. ¿Se habrán enzarzado en una pelea? ¿Les habrán encontrado los salvajes? ¿Se habrán perdido? Ups, estamos hablando de Álvaro. ¿Se habrá perdido Samuel? ¿Me encontrarán tan despreciable que no querrán volver? Se escuchan unos pasos. No necesito mirar para ver quién es. Estoy a punto de darme la vuelta para ver la expresión de su cara, pero recuerdo que estoy enfadada con él. Aunque ya no tanto. Mis enfados no suelen durar mucho.

-Ella, por favor, no me ignores. Me ha costado convencer mucho a ese guardaespaldas tuyo para que nos deje hablar. ¿Ya has dejado de llorar? Dios mío, nunca te había visto llorar. Y ni siquiera sé por qué estás así conmigo. Pero lo peor de todo, es que yo no he podido estar contigo y él sí. Te ha visto llorar, te ha abrazado, te ha dicho cosas bonitas…
Estoy indignada. ¿De modo que había estado cotilleando?
-¿Qué? ¡Eres un…! ¡Eres un…!
-¿Un qué?
-¡Un cretino!-ahora sí que me doy la vuelta indignada-¿Quién te crees que eres tú para venir con esas? Primero me besas, luego dices que soy como una hermana para ti y ahora te metes en mis asuntos. ¡Déjame en paz!-Por un momento parece sorprendido e incluso herido, pero sólo por un momento. Luego parece… ¿Desesperado, quizá? ¿Enfadado? Difícil de saber.
-De modo que no estabas tan dormida como parecía… y luego soy yo el entrometido. Pero debes saber que eso no era verdad, Ella.-Ya no puedo más y exploto.
-¿Qué? ¿Por qué ibas a mentirle así a Samuel? ¡Eres un hipócrita! Te las das de buena persona, pero luego juegas con la gente.
-Ella… No lo sabes todo de mí.-Dice. Por un momento parece que no va a decir nada más, pero, como lo conozco, sé que está buscando las palabras correctas.-Yo también fui un perfecto, tenía mi vida, como tú. Y tenía bastante éxito en mi instituto. Era atlético, sacaba buenas notas, era popular… y lo peor de todo era que me creía el chico más guapo del mundo.-bueno, eso no se lo puedo negar. Es súper mono.-Para mí, las chicas eran como juguetes, y me comportaba como un niño pequeño. Si algún chico iba detrás de una chica, tenía que conquistarla como fuera. No soportaba que hubiese alguna que no me quisiese. En cambio, si el chico en cuestión perdía el interés por ella, yo también lo hacía. Por eso, al ver que Samuel se había dado cuenta de que me gustabas y también le gustabas a él, pensé que si yo hacía como si no me gustases, él ya no te querría. Pero ha pasado lo contrario, os habéis acercado todavía más. Él no es como yo era, Ella. Me maldigo a mí mismo por haberte hecho sufrir, no lo hice con esa intención, de verdad. ¿Podrás perdonarme?-Me creo su historia, pero estoy muy sorprendida. En estos dos años nunca me había contado nada de su pasado, excepto cuando me contó lo de sus campeonatos de caza (caza virtual, por supuesto) a los que debemos agradecerle el seguir estando vivos. ¡Y me quiere! Álvaro me quiere, eso seguro. Aunque sólo sea un poco. Pero no le puedo perdonar.
-Te agradezco de verdad que me hayas contado todo eso, Álvaro. Ya no estoy enfadada contigo, pero no te puedo perdonar, al menos no todavía. Me has tratado como si fuera un juguete. ¿Creías que iba a perdonar tus palabras así, por las buenas? Aunque fuese de mentira, Samuel es mi amigo. Y es mejor que eso. ¿Crees que si yo le gustase (lo cual no creo que sea cierto) se iba a dejar engañar por un truco como ese? ¿O crees que yo no podría gustarle como soy, si no que le gustaría porque te gusto a ti?
-¡Por supuesto que no!- me responde indignado- Tú eres inigualable. Pero me he vuelto loco. ¡Loco de amor por ti! Por favor, dime que tú sientes lo mismo. Por favor.-la súplica en sus ojos negros me mata. Además, ¡Ha dicho que me quiere! Álvaro me ama. Álvaro me ama. ¡No me lo puedo creer!
-Yo no siento lo mismo.-le digo. Parece que no se lo cree. Se me da muy mal mentir. No hubiese servido como actriz-¡Yo te quiero más, seguro!-le digo mientras salto a sus brazos. Mi pie todavía me duele. Pero me da igual. Me siento loca de felicidad. Nunca hubiese creído que iba a sentir algo así después del destierro. Sus fuertes brazos me sostienen mientras me da vueltas, los dos riendo como tontos.
-¡Para!-digo, todavía riendo-¡Me estoy mareando!
-¡Venga, vale!-me dice con una sonrisa que me quita la respiración. Dios mío, qué guapo es. Me suelta y yo intento mantener el equilibrio sobre la pierna buena, pero acabo cayéndome. Eso le hace reír a carcajadas. Yo, todavía en el suelo, me pongo a reír también. Este día está siendo el más feliz de mi vida, a pesar de los comienzos.
-¡Eh, parejita!- dice Samuel, entrando en nuestra especie de campamento.- ¡Dejad de hacer el tonto y dadme algo de comer! Tengo un hambre de lobos.
Como no nos queda comida, Álvaro decide ir a colocar unas trampas. Me propongo para ayudar, pero se burla de mí señalándome el pie. Pero propone una cosa.
-¿Qué tal si vamos todos y yo te llevo en brazos? Así enseñaríamos a Samuel a valerse por sí mismo y no nos interrumpiría siempre cuando nos lo estamos pasando bien.-me ruborizo al pensar en esas dos veces en las que nos ha interrumpido, aunque eso es difícil, no me ruborizo fácilmente. Pienso en la primera vez en la tienda y aquel beso… Parece increíble que ocurriera hace sólo dos días. Y ahora me va a llevar en brazos. Me va a dar un ataque de puro nerviosismo.
-Bueno, pero te aviso de que no peso poco. Además de mi metro setenta y pico, no me falta comida gracias a ti, así que vete preparando.
-Puaf, y que lo digas, pesa más de mil kilos. Mi espalda todavía se resiente por la otra noche.-Dice Samuel. Ya no queda rastro de aquel chico triste de hace un rato.
-¡Ja! Estoy muy cachas, Ella. Puedo con cuatro chicas como tú a la vez.-dice Álvaro, haciéndose el chulo.

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