-¡Eh! Hay que despertarse, dormilones.-Carolina me despierta
cuando, por el sol, veo que serán más o menos la una. Estoy en el suelo, con
Samuel encima de mi vientre. ¿Cómo ha llegado ahí? Recuerdo que me quedé
dormida, y luego a él debió de pasarle lo mismo. Espera, ¿He soñado lo que me
dijo antes de quedarme dormida? Si es así, fue un sueño muy raro. Samuel no se
despierta ni siquiera cuando me siento y su cabeza cae contra mis piernas.
-¡Samuel! ¡Despierta!- le digo. Sigue sin despertarse. Miro
a Carolina, que se encoge de hombros como diciendo: “¿Qué le vamos a hacer?” Le
miro a la cara. Sus largas pestañas proyectan una espesa sombra sobre sus
mejillas. Parece tan tranquilo cuando duerme… Pero tengo que despertarle, no
puede estar todo el día ahí durmiendo, tenemos cosas que hacer, como por
ejemplo ponernos a buscar a más imperfectos. Ya tuvimos un día de descanso.
Carlos y Pablo se nos acercan. No puedo describir la cara de Carlos.
-Tengo una idea.-dice, y le tapa la nariz. Samuel le pega un
manotazo entre sueños. Doy una carcajada, y entonces sí que se despierta. Se
levanta tan rápido que me da un cabezazo.
-¡Au, Samuel, bruto!- le digo llevándome la mano a la
cabeza.
-¡Oh, Dios mío! ¿Estás bien? ¿Te he hecho daño? –me dice
cogiéndome la mano y palpándome la cabeza en busca de un chichón. Está muy
cerca, demasiado cerca. “Hay gente mirándonos” pienso. Tiene restos de saliva
en la barbilla.
-Estoy bien, estoy bien.-le digo mientras paso el pulgar por
su barbilla para quitarle la saliva.-Mira que ha costado despertarte,
dormilón.-digo soltando una risita tonta. ¿Una risita tonta? ¿Yo? ¿Pero qué me
pasa? Estoy nerviosa, eso es todo. Samuel esboza otra vez mi sonrisa burlona
preferida y yo no puedo hacer otra cosa que devolvérsela. Le miro un instante a
los ojos. Son tan azules… espera, ¿No se ponían así de azules cuando estaba
sentimental? Caigo en la cuenta de que sigue sentado encima de mí. Me muero de vergüenza. ¡Hay mucha gente
mirándonos! Estoy confusa otra vez.-Em… ¿Vamos a recoger las cosas?
-¡Sí! ¡Hay que ponerse en marcha ya!- dice Samuel,
levantándose de un salto. Hay, duele. Quiero estar otra vez con él. ¡No, no,
no, no! ¡No puedo pensar de él de esa manera! ¿Y si él también me rompe el
corazón? Me lanza una mirada lastimera. ¿Él también siente lo mismo? Espero que
no. Todos nos están mirando. ¿Me habré ruborizado? ¡No, por favor!
-Bueno…-digo.- ¿Lo tenéis todo preparado?-les pregunto.
-Sí.-dice Pablo.-Fuimos al vertedero que hay cerca de aquí
esta mañana temprano, antes de que os despertaseis.-Carlos se me acerca.
-Será mejor que salgamos ya si queremos cubrir lo máximo
posible de terreno.-dice como enfadado-Por cierto, ¿Hacia dónde tenemos que ir?
-Bueno… los más cercanos son Inés, a quien tuvieron que
amputarle un brazo, Lourdes, quien tiene seis dedos, Miguel, quien está ciego y
José, quien es hiperactivo. Se les ha visto juntos, a unos seis kilómetros de
aquí.- digo después de coger la PDA y buscarlos en ella.-Suelen moverse en un
radio de unos 4km de anchura máxima.
-Vaya… ¡Pues sí que es un grupo grande!-dice Samuel, que se
me ha acercado por detrás, me ha puesto una mano sobre la cadera y está mirando
la PDA por encima de mi hombro. Su aliento mueve algunos pelos sueltos de la
coleta que me recogí ayer, que todavía no me había quitado. A pesar de que no
tenemos dentífricos ni nada por el estilo, no le huele mal. Levanto la cabeza
de la PDA y me doy la vuelta para mirarle. Ya tiene nuestras mochilas colgadas,
cada una de un hombro. Le quito la mía y me la cuelgo.
-Carlos tiene razón, mejor que salgamos ya.-mi voz suena
rara, como demasiado aguda. Me aclaro la garganta.- ¡Vamos allá!
Y me pongo en marcha. Automáticamente, Carlos se me coloca
al lado, y después lo hace Samuel. Miro hacia atrás y veo como Pablo y Carolina
se ríen.
-¡Venga!-les digo. Nos paramos para esperarles. Mientras,
intento quitarme el nudo de la cuerda que sujeta mi coleta. No puedo, me tiro
de los pelos pero no sale.
-Mira que eres torpe.-me dice Samuel-Yo te ayudo.-se pone
detrás de mí e intenta deshacer el nudo. Estoy muy nerviosa. Pero, sobre todo,
confusa. Samuel nunca me había hecho sentir así. Es mi amigo, solo mi amigo. ¿O
no? Lleva un rato y no lo consigue.
-A ver, quita, voy a intentarlo yo.-dice Carlos, apartando a
Samuel de un empujón. Samuel es alto, pero muy delgado, así que por eso hasta
Carlos, que es más bajito que Carolina, puede con él. Tengo que agacharme para
que pueda llegar. No es tan cuidadoso como Samuel. Me hace un poco de daño.
-¡Au!-exclamo cuando me pega un tirón del pelo. Carolina,
que todavía no había parado de reírse, viene en mi rescate. Supongo que ella
debería de haberme ayudado primero. Siempre lleva una coleta alta muy apretada,
por lo que tiene práctica. Con tres rápidos movimientos, me deja libre de la
coleta. No pienso volver a cogerme una mientras me acuerde.-Gracias, guapa. Ya
creía que me iba a tener que cortar el pelo. Y ya sabes, aquí, como no te lo
cortes con cuchillo…-paro de hablar. Se han quedado todos mirándome. Empiezan a
reírse.
-Erre… creo que vas a tener que pasar por el peluquero.-dice
Samuel. Me paso una mano por el pelo y parece que se me ha quedado la marca de
la coleta. Cojo una cantimplora llena de agua de mi mochila, agacho la cabeza y
me mojo el pelo, no sin antes mojar a Samuel. Me escurro el pelo y le miro. Le
he empapado la camiseta. Se la mira, me sonríe y suelta:
-¡Abrazo húmedo!- empieza a correr detrás de mí, todo
empapado. Al final, me caigo al suelo y él se tira encima de mí y me escurre su
camiseta encima.
Hola guapísima!, aquí tienes tu ficha de socia:
ResponderEliminarhttp://elclubdelasescritoras.blogspot.com.es/2012/09/240-barbara-enciendelaluzquenoteescucho.html
Besos guapa, y bienvenida!, muak!
Pd: A ver si te animas también a realizar la entrevista... la encontrarás en el margen derecho del blog.
Buen día! >.<
Gracias, guapa! Qué ilusión, ya soy socia!! :D Ya hice la entrevista cuando me lo dijiste por email xD
EliminarBesitos miles!
Bienvenida, tienes un bello blog. Cariños Lou
ResponderEliminarMuchas gracias, Lou!!
EliminarBesitos! ^^