martes, 11 de septiembre de 2012

Capítulo 17: ¿Celosa? ¿Yo? ¡Anda ya!


Estamos alrededor de la hoguera, secándonos la ropa. Como yo ya estoy seca- fui la que hizo la hoguera, por lo que llevo más tiempo secándome-me siento en el suelo. Miro a Samuel y Carolina, que bromean.
-Uh, estás empapada.-está diciendo Samuel.
-Si me escurres, chorreo.-dice Carolina sonriendo. Samuel está embobado, parece incapaz de apartar los ojos de ella. Ella es la chica que yo siempre he querido ser. Alta, pero no tanto como yo. Con un pelo precioso, rubio, largo y liso, y unos ojos iguales. Parece delicada, pero por dentro es fuerte. En cambio yo me hago la chica dura y luego ni siquiera soy capaz de dejar a mi novio sin que un dolor horrible se apodere de mí. Álvaro… ¿Por qué no vuelves? Te necesito, lo sabes.
-Bah, da igual. Estás sexy.-dice Samuel con su sonrisa burlona, la que me encanta pero me pone de los nervios también. Yo nunca podré ser sexy. No sé por qué, pero eso me pone triste. Quiero gritarle “¡Eh, que estoy aquí!
-Anda, enano, y vete a jugar con los niños.-le dice Carolina.
-Perdona, tengo 16 años, tampoco soy tan pequeño.-dice Samuel medio enfadado.
-Samuel -le digo- no mientas, tienes 15, como yo.
-Qué va. Te perdiste mi cumpleaños. Hace como un mes que tengo 16.
-Bueno, pero da igual, sigues teniendo 7 años menos que yo.-dice Carolina.
Asamos unas raíces que encontramos en el arroyo. No tengo ganas de hablar. Estoy enfadada, y ni siquiera sé por qué. Samuel sigue bromeando con Carolina. Arg, están sentados muy cerca. Los gemelos están charlando cerca de ellos también. Ahora puedo diferenciarlos mejor. Carlos, el tímido al que pillé mirándome, tiene un lunar debajo del ojo derecho. Yo estoy en el otro lado de la fogata. No quiero ni saber de qué hablan la parejita. Los ojos de Samuel brillan mucho a la luz del fuego, y sus rasgos parecen más angulosos. Le pego un gran mordisco a mi raíz, sumida en mis pensamientos. ¿Estará bien Álvaro? Ya es de noche… ¿Estará en nuestra cueva o se habrá ido para siempre? Carlos se me acerca tan sigilosamente que ni me entero.
-Toma, para ti.-me dice ofreciéndome una flor. Creo que es una mala hierba, pero no creo que él lo sepa. Da igual, me ha gustado el detalle. Estoy sorprendida, es la primera vez que me habla. Noto que está un poco cohibido.
-Gracias.-Le digo mientras le sonrío.
-Pensé que te alegraría un poco. No pareces muy contenta.-me dice. Es muy observador, se ha dado cuenta.- ¿Puedo sentarme aquí contigo?- vaya, me ha vuelto a sorprender. ¿Y su hermano? ¿Lo ha dejado solo? Miro hacia el otro lado y está acostado encima de Carolina, mientras ésta habla con Samuel.
-Si quieres…-le contesto. Parece más pelirrojo aún a la luz del fuego. Y su rubor es tan tierno… Me cuesta creer que solo es dos años menor que yo.-aunque te vas a aburrir. No sé dar mucha charla.
-Da igual, si yo tampoco soy muy hablador.-estamos un rato sentados cuando de repente habla.- ¿Samuel y tú habéis tenido algo alguna vez?-me pregunta. Lo miro con los ojos abiertos y creo que le parece una buena respuesta. Carolina se ríe. Miramos hacia ellos y Samuel está poniendo trozos de raíz en el pelo de Pablo, que se ha quedado dormido. No es justo. Debería de estar haciéndome reír a mí, no a ella. ¿No me dijo que era perfecta? ¿Qué era más que una amiga para él? Entonces, ¿Por qué no se da cuenta de mi estado de ánimo, mientras que este chico que me conoce de dos días sí? Dios, me está mirando. Bueno, pues sí se ha dado cuenta. Le dice algo a Carolina y se acerca a nosotros.
-Oye, chaval, ¿Puedes ir a ayudar a Carolina a dejar a tu hermano en su cama?-le dice. Carlos me mira y se va. Yo bajo la mirada hacia la flor que tengo en mis manos. La verdad es que es muy bonita, no me importa que sea una mala hierba. Samuel me la coge de las manos, la mira durante un instante y me la coloca detrás de la oreja.
-¿Te la ha traído el chaval?-pregunta. Yo asiento con la cabeza.
-Es tan tierno…-le digo. Empieza a reírse.
-¡Te ha salido un admirador! Eres una asaltacunas, ¿Lo sabías?
-Pero, ¿Qué dices? Sólo trataba de ser amable conmigo. Además, si yo le gustase, él no me gusta, así que no soy una asaltacunas para nada.-pienso en él y Carolina. Ella sí que sería una asaltacunas, ¿No? Se llevan 7 años, mientras que Carlos y yo sólo 2.
-Llevas todo el día como ida. Estás muy mona cuando te pones pensativa, ¿Lo sabías?- me dice mirándome a los ojos. Yo le sonrío.
-Gracias, Principito.- No puedo evitar pensar en Álvaro. ¿Vería bien que ahora me recostase contra él? Estoy tan cansada… de modo que lo hago. Me recuesto contra él. Huele a humo y cenizas, supongo que por la hoguera. No huele a flores, como Álvaro… “¡Por Dios, Gabriela, deja ya de pensar en él! Quería impedirte que salvases el mundo. No es tan bueno como creías.” Me digo a mí misma.
- ¿Sabes Gabriela?-me dice Samuel. Se me cierran los ojos, estoy muy cansada.
-¿Sí?- le pregunto con un bostezo.
-Algún día, cuando te olvides de ese cabrón… Podríamos… ya sabes… intentar ser felices… juntos.-Estoy muy cansada para responderle. Así, recostada contra él, calentita tanto como por el calor del fuego como por el calor que emana de él, me quedo dormida.

2 comentarios:

  1. Hola, la ultima vez que te escribí fue en el capitulo 1. Justificar el texto significa que quede recto.

    Tus textos aparecen alineados a la izquierda. Los puedes poner centrados (poesía), a la derecha (árabe) o justificado que da aspecto de cuadriculado a tu texto y no parece un texto con curvas al final, no se si me explico

    http://help.adobe.com/es_ES/indesign/cs/using/images/op_14.png

    ahi tienes una imagen que te detalla exactamente lo que quiero decir. Una imagen vale mas que mil palabras.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ah, vale! Bueno, ya le dí a seleccionar todo y justificar en cada capítulo, y así me salió. Gracias por comentar!

      Eliminar