Estamos alrededor de la hoguera, secándonos la ropa. Como yo
ya estoy seca- fui la que hizo la hoguera, por lo que llevo más tiempo
secándome-me siento en el suelo. Miro a Samuel y Carolina, que bromean.
-Uh, estás empapada.-está diciendo Samuel.
-Si me escurres, chorreo.-dice Carolina sonriendo. Samuel
está embobado, parece incapaz de apartar los ojos de ella. Ella es la chica que
yo siempre he querido ser. Alta, pero no tanto como yo. Con un pelo precioso,
rubio, largo y liso, y unos ojos iguales. Parece delicada, pero por dentro es
fuerte. En cambio yo me hago la chica dura y luego ni siquiera soy capaz de
dejar a mi novio sin que un dolor horrible se apodere de mí. Álvaro… ¿Por qué
no vuelves? Te necesito, lo sabes.
-Bah, da igual. Estás sexy.-dice Samuel con su sonrisa
burlona, la que me encanta pero me pone de los nervios también. Yo nunca podré
ser sexy. No sé por qué, pero eso me pone triste. Quiero gritarle “¡Eh, que
estoy aquí!
-Anda, enano, y vete a jugar con los niños.-le dice
Carolina.
-Perdona, tengo 16 años, tampoco soy tan pequeño.-dice
Samuel medio enfadado.
-Samuel -le digo- no mientas, tienes 15, como yo.
-Qué va. Te perdiste mi cumpleaños. Hace como un mes que
tengo 16.
-Bueno, pero da igual, sigues teniendo 7 años menos que
yo.-dice Carolina.
Asamos unas raíces que encontramos en el arroyo. No tengo
ganas de hablar. Estoy enfadada, y ni siquiera sé por qué. Samuel sigue
bromeando con Carolina. Arg, están sentados muy cerca. Los gemelos están
charlando cerca de ellos también. Ahora puedo diferenciarlos mejor. Carlos, el
tímido al que pillé mirándome, tiene un lunar debajo del ojo derecho. Yo estoy
en el otro lado de la fogata. No quiero ni saber de qué hablan la parejita. Los
ojos de Samuel brillan mucho a la luz del fuego, y sus rasgos parecen más
angulosos. Le pego un gran mordisco a mi raíz, sumida en mis pensamientos.
¿Estará bien Álvaro? Ya es de noche… ¿Estará en nuestra cueva o se habrá ido
para siempre? Carlos se me acerca tan sigilosamente que ni me entero.
-Toma, para ti.-me dice ofreciéndome una flor. Creo que es
una mala hierba, pero no creo que él lo sepa. Da igual, me ha gustado el
detalle. Estoy sorprendida, es la primera vez que me habla. Noto que está un
poco cohibido.
-Gracias.-Le digo mientras le sonrío.
-Pensé que te alegraría un poco. No pareces muy contenta.-me
dice. Es muy observador, se ha dado cuenta.- ¿Puedo sentarme aquí contigo?-
vaya, me ha vuelto a sorprender. ¿Y su hermano? ¿Lo ha dejado solo? Miro hacia
el otro lado y está acostado encima de Carolina, mientras ésta habla con
Samuel.
-Si quieres…-le contesto. Parece más pelirrojo aún a la luz
del fuego. Y su rubor es tan tierno… Me cuesta creer que solo es dos años menor
que yo.-aunque te vas a aburrir. No sé dar mucha charla.
-Da igual, si yo tampoco soy muy hablador.-estamos un rato
sentados cuando de repente habla.- ¿Samuel y tú habéis tenido algo alguna
vez?-me pregunta. Lo miro con los ojos abiertos y creo que le parece una buena
respuesta. Carolina se ríe. Miramos hacia ellos y Samuel está poniendo trozos
de raíz en el pelo de Pablo, que se ha quedado dormido. No es justo. Debería de
estar haciéndome reír a mí, no a ella. ¿No me dijo que era perfecta? ¿Qué era
más que una amiga para él? Entonces, ¿Por qué no se da cuenta de mi estado de
ánimo, mientras que este chico que me conoce de dos días sí? Dios, me está
mirando. Bueno, pues sí se ha dado cuenta. Le dice algo a Carolina y se acerca
a nosotros.
-Oye, chaval, ¿Puedes ir a ayudar a Carolina a dejar a tu
hermano en su cama?-le dice. Carlos me mira y se va. Yo bajo la mirada hacia la
flor que tengo en mis manos. La verdad es que es muy bonita, no me importa que
sea una mala hierba. Samuel me la coge de las manos, la mira durante un
instante y me la coloca detrás de la oreja.
-¿Te la ha traído el chaval?-pregunta. Yo asiento con la
cabeza.
-Es tan tierno…-le digo. Empieza a reírse.
-¡Te ha salido un admirador! Eres una asaltacunas, ¿Lo
sabías?
-Pero, ¿Qué dices? Sólo trataba de ser amable conmigo. Además,
si yo le gustase, él no me gusta, así que no soy una asaltacunas para
nada.-pienso en él y Carolina. Ella sí que sería una asaltacunas, ¿No? Se
llevan 7 años, mientras que Carlos y yo sólo 2.
-Llevas todo el día como ida. Estás muy mona cuando te pones
pensativa, ¿Lo sabías?- me dice mirándome a los ojos. Yo le sonrío.
-Gracias, Principito.- No puedo evitar pensar en Álvaro.
¿Vería bien que ahora me recostase contra él? Estoy tan cansada… de modo que lo
hago. Me recuesto contra él. Huele a humo y cenizas, supongo que por la
hoguera. No huele a flores, como Álvaro… “¡Por Dios, Gabriela, deja ya de
pensar en él! Quería impedirte que salvases el mundo. No es tan bueno como
creías.” Me digo a mí misma.
- ¿Sabes Gabriela?-me dice Samuel. Se me cierran los ojos,
estoy muy cansada.
-¿Sí?- le pregunto con un bostezo.
-Algún día, cuando te olvides de ese cabrón… Podríamos… ya
sabes… intentar ser felices… juntos.-Estoy muy cansada para responderle. Así,
recostada contra él, calentita tanto como por el calor del fuego como por el
calor que emana de él, me quedo dormida.
Hola, la ultima vez que te escribí fue en el capitulo 1. Justificar el texto significa que quede recto.
ResponderEliminarTus textos aparecen alineados a la izquierda. Los puedes poner centrados (poesía), a la derecha (árabe) o justificado que da aspecto de cuadriculado a tu texto y no parece un texto con curvas al final, no se si me explico
http://help.adobe.com/es_ES/indesign/cs/using/images/op_14.png
ahi tienes una imagen que te detalla exactamente lo que quiero decir. Una imagen vale mas que mil palabras.
Ah, vale! Bueno, ya le dí a seleccionar todo y justificar en cada capítulo, y así me salió. Gracias por comentar!
Eliminar