-¿Gabriela? ¿¡Gabriela!?- oigo a la mañana siguiente. Es Samuel. ¿Por qué no se ha quedado con su hermana?
-¡Vete con tu hermana, Samuel! Déjame sola un rato.-le
contesto.
-Eso es lo que dijo tu novio, que seguramente eso es lo que
querías.-Espera, ¿Mi novio? ¿Cuál de ellos? ¿Álvaro o Víctor?- No parece muy
preocupado, ese Álvaro. Seguramente te has escapado otras veces, ¿No Gabriela?-Ah,
menos mal, habla de Álvaro.- Él se ha quedado con mi hermana. El otro chico se
fue nada más verte. Por lo visto os conocíais, ¿No? Te llamó Gabi.
-Él… él es Víctor, Samuel.-le digo.
-¡Ah! Con razón te has escapado. Los dos habéis rehecho
vuestra vida y ahora estabais en una situación muy violenta, los dos con
vuestros novios… la verdad, no sé qué decir de que mi hermana tenga novio, pero
bueno. Porque espero que sea su novio, si no no debería andar coqueteando con
él así. Por cierto, mi hermana le está explicando por quinta vez qué hacen
ellos aquí, Álvaro no la cree.
-¿Qué historia es esa?-le pregunto.
-Dice que Víctor te estaba buscando.-dice. Estoy muy
sorprendida. No le creo. Y noto que Samuel tampoco. Ya tiene a otra, ¿Por qué
buscarme a mí? Además, me mandarían aquí otra vez, soy imperfecta.
-Samuel… ¿Viste sus ropas? Están nuevas y parecen hechas a
medida. Son ropa de perfecto. Dices que tu hermana lleva aquí dos semanas.
¿Cómo es que ni siquiera se la ha ensuciado? Además, parecía un uniforme, los
dos iban a juego. Yo también desconfiaría. Además, ¿Por qué buscarme ahora,
cuando han pasado dos años?
-Vale, reconozco que es muy raro. Pero ya hablaremos con
Álvaro. Tres cabezas piensan mejor que dos.
-Cierto.-concluyo. Y más si es Álvaro. Él es más listo que
yo mil veces.-Oye, Samuel… ¿Sabe Álvaro…?-no sé como preguntarle esto. Pero
creo que él sabe de lo que estoy hablando.
-¿…que ese era tu ex novio? Nadie le ha dicho nada, pero
algo se huele. Por cierto, Gabriela, ¿Puedo hacerte una pregunta?
-Dispara.-estoy muy cansada para oponer resistencia.
-¿Puedo llamarte “Erre´’?- me pregunta. Qué apodo más raro.
-Bueno, si quieres…-le respondo. No me gusta mucho, pero da
igual.
-¿No me vas a preguntar de dónde lo he sacado?-me dice.
Parece orgulloso, como si fuese el mejor apodo del mundo. No tengo ni idea de
donde lo ha sacado.
-Venga, ¿De dónde lo has sacado, Samuel?
-Víctor te llama Gabi, y Álvaro, Ella. Si lo juntamos, “Gabiela”.
Pero le falta una erre para ser tu nombre completo, Gabriela. Así que “Erre”.
Vale, no soy tu novio ni lo he sido, como ellos. Hace menos de una semana que
te conozco. Pero creo que somos muy buenos amigos, o por lo menos lo suficiente
como para ponernos apodos. Si quieres, me puedes poner un apodo tú también.
-Bueno… tú antes me llamabas Princesita, así que, ¿Por qué
no Principito? Como en aquel libro tan antiguo.-le propongo. Pensándolo bien,
le viene como anillo al dedo, con esa piel tan pálida, esos modales altaneros y
ese aspecto de modelo.
-¿Principito?-parece que no le gusta.-Bueno, vale. Te
permito que me llames así, ¿Vale Erre? Pero sólo porque eres tú.-Aj, parece que
está diciendo ¡Arre, caballo! Pero bueno, ¿Qué le vamos a hacer?
Me da la mano para ayudarme a levantarme, aunque ya no me
duele el pie. Caminamos con paso rápido, casi corriendo, hacia donde están los
demás. Samuel dice que tienen una especie de chabola, que está más cerca de
donde nos encontramos que de donde los encontramos anoche, pero hacia el
noroeste en vez de hacia el noreste. Por el camino encuentro unas bayas y le
doy algunas a Samuel. Todavía no había comido. Intento pensar en lo que le voy
a decir a Álvaro cuando lleguemos. Creo que lo mejor será contarle la verdad.
Miro por el rabillo del ojo a Samuel. Parece eufórico. Si bien ha reconocido
que todo era un poco raro, no parece sospechar para nada de su hermana. Antes
de llegar a la supuesta chabola, nos encontramos a Álvaro. Se puede ver
perfectamente la preocupación en su cara. Cuando nos ve llegar bromeando, parece
aliviado. Corre hacia mí y me da un fuerte abrazo. Le sonrío para infundirle
confianza. Él todavía parece preocupado, no está muy seguro. Samuel le cuenta
mis sospechas y confirma lo que yo ya sabía. Piensa lo mismo. Samuel no para de
repetir que su hermana es digna de confianza, que tendrá una buena explicación.
Álvaro propone una cosa.
-Bueno, ya te hemos ayudado a encontrar a tu hermana, ¿No?
Ahora sólo tienes que acercarte a unos guardias, los que están en el vertedero,
por ejemplo, y decirles que sois perfectos. Punto final. Puedes hacerlo tú
solo, ¿Verdad? Creo que ya es hora de que Ella y yo volvamos a casa.
-¿Tan pronto? Podemos quedarnos unos días, no creo que a Ana
le importe.-parece reacio a dejarnos marchar.
-Quiero volver a casa, Principito.-le digo. -Esta aventura
ya ha durado lo suficiente.-parece que se da por vencido. Me da miedo separarme
de él, yo misma me sorprendo de la tranquilidad al contestarle eso. Debo ser
fuerte.
-Bueno, Erre, te echaré de menos.-me dice con su sonrisa
triste. Me parte el corazón. Le doy un fuerte pero breve abrazo que está a punto de hacer que me quede aquí con él un tiempo más.
-Yo también, Principito, yo también.
Y, de la mano, Álvaro y yo volvemos a casa.
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